jueves, 25 de marzo de 2010

EL HOMBRE Y SUS ESPERANZAS, "Hacia la comprensión de la virtud de la Esperanza"


EL HOMBRE Y SUS ESPERANZAS


Todos los hombres de cualquier condición social, sexo, raza lengua, cultura, anhelan alcanzar la plena realización. Esta puede estar marcada por los parámetros de la temporalidad o romper dicha temporalidad en el advenimiento de una vida futura orientada hacia la trascendencia. 

El anhelo de plenitud del hombre se traduce en esa actitud de espera perseverante que debe calmar lo inquieto que tiene de sí la persona humana. Es aquí donde nace la esperanza, que es como el amor, una de las más simples y primarias actitudes del viviente. A través de ella el hombre “con el corazón inquieto” desea y quiere alcanzar el “bonum arduum futurum” (el bien arduo futuro) hacia la penosa, “aún no” de la plenitud, tanto natural como sobrenatural. Pero los cambios acelerados que vive la humanidad crean una tensión en el hombre que repercuten en el discernimiento de los valores perennes que ha de compaginarlos, al mismo tiempo, con los nuevos descubrimientos; de ahí que, agitado entre la esperanza y la angustia se cuestiona sobre la evolución del mundo actual: 
“Entre tan contradictorias situaciones, la mayoría de nuestros contemporáneos no llegan a conocer bien los valores perennes ni pueden armonizarlos con los nuevamente descubiertos. Por ello, con gran inquietud se preguntan, sufriendo entre la esperanza y la angustia, sobre la actual evolución del mundo. Esta evolución desafía a los hombres -más aún, les obliga- a dar una respuesta.” (Concilio Vaticano II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes, n. 4e)


Todos los hombres tenemos el legítimo derecho de ir saciando nuestras aspiraciones fundamentales en el logro de necesidades vitales para la existencia humana: pan, trabajo, techo, vestido, etc. No se contrapone la plenitud temporal con la sobrenatural, es mas, el hambre de plenitud temporal se subordina a la plenitud sobrenatural (2 Pe 3,13). Nuestras esperas de realización en esta tierra están animadas por la esperanza que nos lanza hacia la realización en la vida futura donde “esperamos cielos nuevos y tierra nueva”:
“...nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, en los cuales todo será justo...” (Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, 2 Pe 3,13)
Por lo tanto, “la esperanza no es incompatible con las esperas, ni debe evacuar el interés por los logros al alcance del hombre. Con otras palabras: espera-esperanza no suponen como correlatos respectivos, actividad-pasividad” (Cfr. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis. La otra dimensión. Escatología cristiana. 3° ed. Sal Terrae 1986, Santander-España. p. 24: PRESENCIA TEOLÓGICA N° 29.

Cada persona debe luchar por ir alcanzando a lo largo de esta vida aquello que desea y puede hacerle mejor. ¡Cómo no querer tener mejores condiciones de vida! que auguren una vida feliz en esta tierra, en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro hogar. No podemos quedarnos inertes, pasivos, pensando que todo se va solucionar y no hacemos nada por ser parte de esa solución. Si somos creyentes, nuestras esperas deben estar animadas por esa esperanza de que un día gozaremos plenamente en el Creador, en su Reino que transformará nuestros cuerpos y el mundo entero.
  
“...La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios. Porque la creación perdió su verdadera finalidad, no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza” (Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Rm 8,19-20ss)

“ La esperanza es la renuncia radical a cualquier cálculo sobre el futuro, la humilde observancia de los límites impuestos a nuestro conocimiento, la subordinación de nuestros deseos a las exigencias de las luchas de la vida. El objetivo de la esperanza nos llama a “vigilar y orar”. El creyente que lucha por una corona incorruptible no debe cuidarse de renuncias (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, 1Col 9,25). La esperanza resulta motivo de purificación personal (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento,1 Jn 3,3) y mueve a buscar la santidad (Cfr.Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Hb 12,14) sin la cual nadie podrá ver a Dios ”.

Para el creyente la esperanza es una virtud cristiana que lo mueve a superar cualquier obstáculo que se le presente en su camino. No cabe en él la resignación, pues ella no es realmente una virtud: “la resignación es la descomposición de la esperanza”. Resignarse es “encogerse de hombros” frente al mal existente y permanecer inactivo, considerando que en el más allá las cosas sí que serán diferentes: (Cfr. FERRER MAYER, Víctor. Moral de la persona. Moral especial I. Guía de Estudio. Ed. FTPCL 1997, Lima, p.129)


¡EN BUSCA DE LA ESPERANZA!

• La Esperanza que nace de la Promesa de Dios es ante todo Protesta: Se levanta contra la situación actual y traza la perspectiva de un futuro diferente (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Ap 21,3-4).



• La Esperanza no es Resignación, pues Jesucristo no se resigna: Cristo no se resigna a la miseria de muchos, ésta provocada por la riqueza insolente de otros (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Lc 6,20ss; Mt 5,3ss).

• La Esperanza no hacer caer en la Desesperación: La desesperación turba ese futuro absoluto que anhelamos (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, 2 Pe 3,13).



• La Esperanza Libera: la protesta que nace de la promesa esperanzadora libera de cualquier violencia interna y externa que podamos sufrir. Por eso no caer en protestas infantiles e infantilizantes (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Mc 1,15).



• La Esperanza es ante todo Constancia: Es estar perseverantes ante la dificultad, ante la prueba, ante el sufrimiento, como Cristo que sufrió el suplicio de la Cruz para salvarnos (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Heb 12,2ss; Rm 5,3ss; 8,25; 1 Tes 1,3).



• La Esperanza está asegurada por la Fe que constituye su sustancia (Cfr. Sagrada Escritura, Nuevo Testamento, Heb 11,1).



PARA REFLEXIONAR Y COMPARTIR:

- ¿Cuáles son aquellas esperas que quiero alcanzar en mi vida (mediano plazo, a largo plazo)?

- ¿Ante el hecho de no poder alcanzar los logros que pretendo, me “desespero”? , ¿Cómo repercute esta desesperación en mi pareja, en mi familia, en mi centro laboral, “en mi vida cristiana”?

- ¿”Tiro la toalla” cuando no alcanzo mi objetivo y caigo en la resignación, o fortalecido en la Fe y en la Esperanza lucho sin cesar?

- ¿Qué debo hacer para combatir y salir victorioso ante la desesperación y la desesperanza?

Orar y Reflexionar de manera responsorial el Salmo 71 (70) repitiendo como antífona el versículo 5, te ayudará bastante.




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